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Nada es distinto es una exploración profundamente íntima, un viaje pictórico hacia las emociones más crudas y personales de Lorena Torres. Cada obra es el eco de una vivencia, el trazo de una emoción que se rehúsa a pasar desapercibida. Para Torres, pintar no es un acto estético, es un acto vital. La pintura se convierte en diario, en confesión, en espejo de una sensibilidad obsesiva: la mirada que observa al otro con intensidad casi fetichista, cuando la pasión muta en locura, en desborde, en necesidad.