Adam Goldstein (Bogotá, 1989) lleva 8 años realizando un ejercicio tanto meditativo como físico al que titula Lapsos de silencio. Este proceso interno nace de su inquietud por cuestionar a la pintura misma. Usando el color como excusa, crea superficies planas donde los juegos pictóricos - producto tanto de las reacciones que suceden cuando mezcla materiales como de la metodología con la que aplica la pintura - son meramente visuales. Su intención es que la pintura esté llena de información y que a la vez sea invisible al que la ve, llegando tanto a lo más profundo como a lo más plano en las superficies. Si prestamos atención, su obra nos puede decir infinidad de cosas que de otra manera podrían pasar totalmente desapercibidas. Los espectadores nos convertimos en una especie de traductores que al movernos alrededor de las obras descubrimos - además de relieves y texturas que en realidad son planas - una infinidad de reflejos, piscinas que a la vez se transforman con la triangulación de la luz.
Adam está representado por Galería La Cometa