Ñiñi para florecer Ñaña, es un viaje exploratorio hacia las memorias familiares y experiencias personales de Cristina Flores Pescorán, especialmente aquellas marcadas por el mar: el océano Pacífico del norte del Perú, donde la artista vivió largos períodos de su infancia, pero también donde comenzó a notar las primeras marcas y despigmentaciones en su piel, que tras años de biopsias y exámenes médicos, fueron diagnosticadas como cáncer, dando inicio a un prolongado proceso de tratamiento y quimioterapia tópica.
Ensayando distintas formas de dialogar con el cáncer, la obra de Pescorán apuesta por dar forma material al recuerdo, al afecto y al deseo, como un acto necesario para recuperar control sobre su cuerpo. Inventando sus propios procesos de curación, sus esculturas textiles se convierten en sustitutos de su piel, teñidas con plantas medicinales en un intento de sanación.
Evocando en sus obras semillas, cortezas y ondas marinas, pero también al desierto, la arena y los atardeceres, Pescorán hace referencia a su conexión profunda con el entorno natural, y al sol que durante mucho tiempo fue percibido como una amenaza para su salud.
Curada por Miguel A. López, Ñiñi para florecer Ñaña propone un retorno al océano y a la intimidad familiar, como un conector entre geografías, cuerpos y tiempos. Así, su obra se convierte en un ritual íntimo y colectivo: una alquimia silenciosa pero también un destello de belleza transformadora.